Protección y Asistencia Básica para población siria refugiada en Líbano.

Los hogares sirios en 2017 en Líbano vieron deteriorarse su situación todavía aún más respecto del período 2014-2016. El 76% vive ahora bajo la línea de pobreza (en el 2016 era el 71%); más aún, el 58% vivía por debajo de la Cesta de Gasto Mínimo para la Supervivencia (SMEB, de 2,9 dólares por persona y día), comparado con el 52.5% en 2016, 51.5% en 2015 y el 26% en 2014. A pesar de que se ha estabilizado este porcentaje a nivel nacional, no es el mismo en los diversos distritos del país, y en algunos de ellos la categoría de quienes viven por debajo de ese umbral aumentó en un 50%.
Además, las familias encabezadas por mujeres (15%) continúan situándose entre las más vulnerables, y reportan peores condiciones en diferentes aspectos. Así, las familias encabezadas por mujeres sufrían de mayor inseguridad alimentaria que las encabezadas por hombres (95% vs 92%); se veían obligadas a adoptar estrategias negativas de afrontamiento con mayor frecuencia (74%) y destinaban un mayor porcentaje de su gasto a adquirir alimentos (24%). Eran también más pobres.
En resumen, las graves limitaciones que afrontan los/as refugiados/as sirios/as a la hora de acceder al mercado de trabajo, el alto coste de los alquileres y la cada vez mayor disminución de sus ahorros y bienes les obliga a luchar de forma diaria para poder hacer frente a sus necesidades básicas. Van adoptando cada vez más estrategias negativas, incluyendo altos niveles de endeudamiento, y dada la continuidad de la crisis siria, ya en su séptimo año, los/as refugiados/as dependen cada vez más de la asistencia para mantenerse. No obstante, la regularidad de la asistencia provista hasta el momento ha impedido por lo menos un todavía mayor deterioro de su situación, pero la disminución en la financiación internacional hace prever un empeoramiento de la misma.
Las necesidades más básicas de las familias sirias más vulnerables se intentan cubrir, cuando es posible, a través de la asistencia en efectivo que reciben bien por parte de ACNUR o bien por parte de otras organizaciones como el Lebanon Cash Consortium (formado por seis ONGs internacionales), el PAM (asistencia para la adquisición de alimentos) o Unicef. Las familias beneficiarias gastan este ingreso mayoritariamente en alimentos, vivienda (alquileres) y cuidados sanitarios.
El uso de nuevas tecnologías se ha trasladado a las transferencias de efectivo a través del uso de la ?Common Cash Facility?, así como otras modalidades de distribución de efectivo. Estos procedimientos son una forma más digna de asistir a la población beneficiaria, empoderando a los/as refugiados/as para que determinen sus propias necesidades y la mejor manera de satisfacerlas. Estos programas también promueven una co-existencia más pacífica entre libaneses/as y sirios/as, puesto que benefician de forma directa a las economías locales. Este tipo de asistencia directa se ha convertido por tanto en una red de seguridad para los más vulnerables.