Premio Ignacio Ellacuría

El periodismo de Mikel Ayestaran bebe de los valores de la cooperación, y nos los devuelve convertidos en historias de largo aliento, en crónicas de la vida de lugares en los que otros se limitan a contar bajas o a copiar despachos oficiales. Mikel Ayestaran habla desde la “bendita manía de contar historias” que inmortalizó Gabriel García Márquez, desde la empatía por lo que ve, el respeto por lo que ocurre y la responsabilidad de hacerlo comprensible para quien le escucha.El compromiso se ha convertido en su modo de vida. Abandonó Euskadi para adentrarse allí donde están las historias que pocos se arriesgan a cubrir, como otros cooperantes lo hacen para participar en las realidades que pocos se atreven a mirar de frente. Y así, con la mochila a cuestas, nos ayuda a entender el mundo desde una visión crítica y abierta.Sus ojos son ya esenciales para entender el mundo que nos acerca. Gracias al rigor de su trabajo, y a la sensibilidad y el respeto con el que trabaja sobre los testimonios de los “protagonistas indeseados”, podemos llegar a entender que el contexto internacional con cada vez más fragmentado y complejo. Por eso necesitamos miradas como las de Mikel, porque la información es imprescindible, pero ya no es suficiente. Mikel lo ha entendido y lo practica.Periodistas y cooperantes comparten la necesidad de adaptarse a nuevas maneras de hacer, porque las historias se entrelazan, los conflictos se perpetúan y la atención de la ciudadanía se nos escapa. Necesitamos nuevos canales y nuevos relatos que vayan más allá de un titular.Si las y los cooperantes son las manos y el corazón que construyen una realidad más humana, los de Mikel son los ojos que ven y cuentan esta realidad.